Principios y Valores

 Justicia

Los seres humanos creados iguales y con libertad para pensar, sentir, relacionarse y actuar, tienen los mismos derechos y dignidad. El trato y formación ha de ser el mismo para cualquier hombre o mujer sin distinción de etnia, sexo, estilo de vida, incapacidad, estado marital, preferencia religiosa y estatus social. Justicia también implica el defender los derechos de las personas marginadas, el darles una voz a los silenciados, el reconectar a los aislados, el liberar a los oprimidos y empoderar a los opacados.

Amor

El ser humano creado para amar y ser amado expresa y despliega su máximo potencial en un ambiente impregnado con amor. El amor nos invita al respeto y a la cooperación.

Paz

El ser humano es por naturaleza un ser pacifico, con capacidad de aprender a expresarse de manera violenta, pero que consigue su plenitud al crear un estado y ambiente de paz. Esta paz integral implica un sentido de aceptación de si mismo y de valoración del poder para encontrarle sentido a la existencia.

Gracia

El ser humano naturalmente busca lo mejor para si y para los demás. Al mismo tiempo la existencia humana es un constante crecer y en este proceso ocurren heridas y desilusiones que se pueden manejar más apropiadamente con un espíritu de bondad, misericordia y perdón.

Fe

El ser humano creado con la capacidad de transformar y ser transformado por las experiencias, tiene el poder para alcanzar lo que se proponga dentro del marco de respeto y consideración del otro. Las personas tienen la capacidad de visualizar un mundo mejor, que satisfaga sus necesidades integrales y las de su comunidad. El ser humano con fe anhela algo y confía en que lo va a recibir, por eso lucha aún contra el fatalismo propio de ciertos intereses.

Esperanza

El ser humano tiene la capacidad innata de creer en un mañana donde reine la paz, justicia, amor y gracia. Esa capacidad de soñar y esperar, ayuda a que el ser humano se conecte con su dimensión trascendental. La esperanza le permite proseguir con perseverancia hasta alcanzar la gran meta, sabiendo que cuenta con el apoyo de Dios y de la comunidad. La esperanza es una fuerza inexplicable de cambio y transformación presente en todos los seres humanos.

Respeto y responsabilidad

El ser humano por su misma condición, respeta y espera ser respetado. Respeto implica reconocer que todas las personas por ser creadas a la imagen de Dios, tienen un valor y dignidad intransferible, permanente, que no es afectada por edad, sexo, etnia, preferencia religiosa, identificación política, clase social, estado marital, incapacidad o estilo de vida.

Este respeto compele a no practicar la discriminación en ninguna de sus fases. Además, el respeto implica luchar por la dignidad de todos, denunciando todo indicio de discriminación. Respeto implica asumir responsabilidad por las decisiones tomadas y por el propio crecimiento. Respeto denota una actitud y comportamiento ético que refleje los principios de beneficencia, no maleficencia, justicia, autonomía, solidaridad y veracidad.

Interdependencia y comunidad

El ser humano como ente interdependiente, existe para vivir en comunidad y es en comunidad donde se puede lograr la plenitud existencial. Una comunidad que se caracterice por el amor, donde los miembros puedan ser auténticos, expresen sus ideas, unicidades y emociones de una manera libre, sin miedo a ser condenados o juzgados.

Una comunidad que promueva la libertad y capacidad co-creadora de cada miembro, que se preocupe no tanto por mantener las normas y los reglamentos sino por mantener al grupo unido en el mismo propósito, que conozca por experiencia el concepto de la gracia divina y del proceso de transformación, en el que cada miembro esté inmerso.

Una comunidad que entienda que lo que Dios espera es “que se haga justicia, que se tenga misericordia, que se sea fiel, leal y que se le obedezca en humildad” (Miqueas 6:8). o Este enfoque ecológico reconoce que los nexos con los semejantes, la naturaleza, con el cosmo y con el contexto sociocultural, son de carácter simbiótico, por lo tanto la idea no es competir, ni consumir sino cooperar y conservar.

Educación y Formación

El ser humano es dinámico y cambiante con la capacidad de crecer, desplegarse, transformar y ser transformado. El factor precipitante de cambio por excelencia es la relación consigo mismo, con los demás, con el resto de la creación y con el Creador. En cualquier relación por ejemplo: maestro-discípulo, consultor-consultante, ambas partes son transformadas, por lo tanto, no hay enseñanza sin aprendizaje.

El instrumento más poderoso de cambio para una sociedad es la formación o educación de sus ciudadanos y toma lugar cuando la persona esta en relación consigo misma, con los demás, con el resto de la creación, con la cultura y con el contexto, transformando y facilitando su propia transformación.

La educación está particularmente interesada en proveer un ambiente de reciprocidad y mutualidad, donde las partes involucradas (maestro-discípulo) afinan sus capacidades de análisis crítico, procesamiento de información, articulación de conocimientos, aplicación de habilidades, reflexión analítica, y crecimiento integral.