El divorcio
Esteban Montilla | 1 julio, 2015

Saludos deseándoles lo mejor para este día. Un día donde reflexionemos sobre la permanencia y ruptura de la vida de pareja. El encontrar pareja para llevar una vida familiar es un logro con repercusiones para ambas personas, la comunidad y la sociedad en general. La permanencia de este vínculo puede garantizar un ambiente más estable para el bienestar integral de ambas personas, proveer mejores opciones económicas, facilitar el cuidado y crianza de los hijos, mantener los valores del grupo familiar y perpetuar los sueños de la familia. Sin embargo, como la relación matrimonial es un pacto o contrato basado en el amor ha de tener como centro la libertad de cada persona (2 Corintios 3:17; 1 Juan 4:7-8).
En el contexto bíblico el divorcio o ruptura matrimonial fue creado para proteger el derecho básico de una mujer de volver a casarse (Deuteronomio 24:1-2). Era común que simplemente el hombre repudiara (shalach, apoluo) a la mujer, y, en estos casos como el varón veía a la esposa como una pertenencia, ella seguía atada a él, y, por lo tanto no podía casarse con otro porque éste último podía ser considerado un ladrón (adultero).
Otro escrito hebreo indica que Dios aborrece este acto de repudio (Malaquías 2:16) donde un hombre por cualquier cosa simplemente echaba a una mujer de su lecho familiar. Sin embargo, por tener una carta de divorcio todavía la mujer todavía se consideraba como una pertenencia del marido. Una mujer repudiada simplemente estaba condenada a estar sola. Los hombres le huían a una mujer repudiada porque en ese contexto el robarle una mujer a otro hombre era un crimen con consecuencias capitales o muerte. El legislador Moisés entonces estableció que si un hombre decidía romper la relación de pareja tenía que escribirle una carta de divorcio (keriythuwth, apostasion) y ponerla en su mano y así la mujer podría mostrarle al futuro prospecto que ella era libre para volverse a casar. En ese entonces solo el varón podía iniciar el divorcio hoy día la cultura ha evolucionado hacia una sociedad con más equidad y ambas personas pueden iniciar el proceso de divorcio.
Lo cierto es que una ruptura matrimonial puede ser una decisión muy estresante tanto para la pareja como para todo el grupo familiar y la sociedad. La invitación es a estar listos para acompañar a las personas quienes están atravesando por este gran desafío y en compasión proveer el debido cuidado pastoral.