El dolor y sufrimiento humano
Esteban Montilla | 17 junio, 2015

Saludos deseándoles lo mejor para este día. Un día donde una vez más nos comprometamos a aliviar el dolor y el sufrimiento de nuestros semejantes. El dolor es una de las estrategias de sobrevivencia por excelencia en tanto por medio de éste el sistema nervioso trata de mantener la integridad y el bienestar general del organismo. El dolor es un indicativo de que algo en el organismo está a punto de experimentar una alteración o de que no esté funcionando bien. El cerebro entonces activa mecanismos para paliar o eliminar el dolor tales como la segregación de sustancias con poder analgésico, la desconexión sensorial o finalmente el cese funcional de todos los órganos o muerte. Quizá de allí el dicho no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista. La interpretación que el ser humano hace del dolor en términos de intensidad, duración y alcance se conoce como sufrimiento. Es por esto que el dolor es una experiencia subjetiva y dinámica donde el umbral del mismo varía de persona a persona.
El dolor puede tener un origen fisiológico como la presión que pueda ocurrir a un nervio (red de cableado eléctrico del organismo), sociológico como el causado por una agresión u opresión, psicológica como el pesar ante a una pérdida y en lo espiritual como el dolor proveniente de un vacío existencial. Independientemente del origen inicial del dolor es procesado por nuestro cerebro como un todo por lo tanto para poder tratarlo bien ha de ser abordado desde una perspectiva integral.
El tratamiento del dolor puede incluir de lo más simple como el tomar agua, el ingerir alimentos, el darse un masaje, practicar un rito religioso, consumir un medicamento, terminar con una relación toxica, conversar con una amistad o el dialogar con un psicoterapeuta hasta lo más complejo como una cirugía. La idea es que antes el dolor hay que buscar maneras saludables de aliviarlo o curarlo y mientras se lidia con el mismo uno puede crecer como persona, encontrar nuevo sentido a nuestra existencia, entender mejor la vida, mejorar las estrategias de afrontamiento y fortalecer el espíritu. Si el dolor no se trata puede ir en aumento hasta alcanzar niveles intolerables que llamamos miseria. El tener misericordia (miseri-cardia) implica entonces el querer de corazón quitar la miseria o un gran dolor que aflige a un ser humano. Hoy imitaremos a Dios al practicar uno de sus atributos, el ser misericordioso.