El estudio de la Biblia

Esteban Montilla | 31 julio, 2015

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Saludos deseándoles lo mejor para este día. Un día donde reflexionemos sobre el papel de la Biblia en el fortalecimiento de la espiritualidad humana. La Biblia es un conjunto de libros que relatan desde una perspectiva teológica el surgimiento y peregrinaje del pueblo de Israel. Uno de los grandes aportes de estos libros sagrados es la idea de un Dios abstracto e indescriptible, muy distinto a todo lo que existe, pero a la misma vez muy involucrado en el sostenimiento de la naturaleza y en los quehaceres humanos.

Los escritores inspirados vieron a bien poner por escrito las experiencias que ellos y sus antepasados tuvieron con Dios a fin de que las generaciones futuras pudieran tomar ánimo, renovar sus esperanzas, fortalecer su fe y mantener una relación cercana con el Creador (2 Pedro 1:20-21). La idea última detrás de estos escritos sagrados era que al estudiarlos detenidamente las personas pudieran reconocer la grandeza y soberanía de Dios y así ser movidos a llevar una vida comprometida con el amor, la justicia, la humildad y la paz (Deuteronomio 6:4-9; 2 Timoteo 3:16-17). Los escritos apostólicos siguen esa misma dirección pero se concentran en presentar la interpretación que Jesús de Nazaret y sus discípulos hicieron de las escrituras hebreas y las expectativas de conducta que deben caracterizar a una persona que decide seguir a Jesucristo.

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La lectura de la Biblia inicialmente era un evento comunitario donde una persona leía el texto y los escuchas interpretaban el mensaje de Dios para ellos. La regla general que guiaba estas interpretaciones era la hermenéutica de la caridad. Es decir toda lectura para que fuese sana tendría que apuntar hacia el amar a Dios y el amar al prójimo (Deuteronomio 6:5; Levíticos 19:18; Mateo 22:37-40). De allí que el estudio de la Biblia tiene que motivar al ser humano a que actúe en forma respetuosa para con Dios y en compasión para con sus semejantes. La exegesis o análisis cuidadoso de un texto bíblico entonces para ser veraz tiene que llevar al ser humano a “una vida de rectitud…y a la práctica de toda clase de bien (2 Timoteo 3:16-17). Es así que la Biblia como Palabra de Dios nos forma y nos transforma en agentes de la caridad y embajadores de la esperanza.

Existen varios modelos que se han sugerido para una lectura renovadora de la Biblia. Uno de estos marcos se le denomina Observar—Discernir—Actuar (ODA). La idea es Ver lo que dice el texto, Entender lo que dice el texto y Responder a la invitación de texto. Por supuesto este proceso ha de ser guiado por la hermenéutica de la caridad. Al hacer este tipo de lectura se estaría siguiendo el ejemplo de Dios quien “Observó la opresión que experimentaba su pueblo, Conoció sus penurias y Descendió para liberarlos” (Éxodos 3:7). La Biblia entonces se lee no para satisfacer una curiosidad, ni para caer en suposiciones conspirativas o para hacer construcciones abstractas sino para estar motivados y movidos a compasión a fin de hacer toda clase de bien (2 Timoteo 3:16-17; Lucas 4:18-19).

Otro método para el estudio de la Biblia es LE—ME—OR–A que tiene su origen en los cuatro elementos de la Lectio Divina: ¿Qué dice el texto? (Lectura) ¿Qué nos dice el texto? (Meditación-Reflexión) ¿Qué le respondo a Dios? (Oración) ¿Cómo puedo vivir este texto? (Acción). De manera que estudiar la Biblia ha de ser un ejercicio que nos capacite para oír, ver, sentir y actuar como lo haría Dios quien es Amor (Salmos 19:7-8; Hebreos 4:12; Lucas 11:28; 1 Juan 4:8). Jesús de Nazaret, ensénanos a leer la Biblia para ajustarnos a tu voluntad.

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