La identidad sexual, la orientación sexual y la Biblia
Esteban Montilla | 2 julio, 2023
“¿Quién es sabio y entendido entre ustedes? Que lo demuestre con su buena conducta, mediante obras hechas con la humildad que le da su sabiduría… La sabiduría que desciende del cielo es ante todo pura, y además pacífica, bondadosa, dócil, llena de compasión y de buenos frutos, imparcial y sincera”
(Santiago 3:13, 17).
Introducción
La sexualidad humana tiene la capacidad de unirnos, pero también de separarnos. El sexo acerca cuando se aborda dentro del marco de la justicia, del amor, la dignidad humana, la humildad y la sabiduría. Por otro lado, distancia al aproximarse al sexo desde la arrogancia, la ínfula de superioridad, la marginación y la opresión humana. La sexualidad entonces puede ser un medio de mucho bienestar y al mismo tiempo conllevar muchos pesares.
El ser humano usa el sexo para diversas funciones, incluyendo el procrearse, recrearse, conectarse y sanarse. Por supuesto, hay razones funestas como lo son el comercio erótico y la explotación sexual. Los acuerdos de convivencia obligatoria que llamamos leyes, los compromisos éticos que se asumen y el respeto de los derechos humanos pueden guiar el uso sabio de la sexualidad.
La identidad sexual
La palabra sexo se aplica tanto a la identidad como a la actividad sexual. El ser humano pone énfasis en la identidad porque esta tiene mucho que ver con la conducta y el trato que se les ofrece a las demás personas. Es así como el individuo se identifica como varón, hembra o intersexo, y esta identificación tiene factores biológicos (anatómico, genético, epigenético, hormonales), psicológicos y socioculturales.
La mayoría de los seres humanos tienen 23 pares de cromosomas (46 cromosomas) y es el par 23 por lo general el que ayuda a definir la identidad sexual. Si aparecen dos x (XX) entonces es hembra, si hay una x y una y (XY) entonces se trata de un varón. Pero también, aunque menos común, hay individuos que tienen tres cromosomas en vez de dos en el par 23 (XXY). En estos casos sería una hembra con características de varón o un varón con características de hembra. También hay casos de personas con 24 pares de cromosomas (XX, XY) donde al mismo tiempo tienen indicadores de varón y de hembra. A estos dos últimos casos se les conoce como intersexuales.
La intersexualidad también está conectada con procesos hormonales y enzimáticos. Por ejemplo, en 1977, la investigadora y endocrinóloga de la Escuela de Medicina Cornell en Nueva York, Julianne Imperato, reportó que en una villa de República Dominicana identificaron individuos que desde el nacimiento hasta la pubertad tenían características de hembra, pero a quienes, cerca de los doce años de edad, les aparecieron los testículos y el pene. Este grupo de investigadores encontró que ello se debía a la circunstancia de que en estos individuos no estaba presente la enzima 5-alfa reductasa. Todo esto demuestra la conexión del aspecto genético con las hormonas.
En estos casos, resulta más fácil la observación de características intersexuales, pero en aquellos donde lo más prevalente son los factores hormonales, factores de desarrollo cerebral y factores psiconeurológicos, resulta más difícil discernir a simple vista la identidad sexual. De allí que es menester escuchar con seriedad a la persona y validar su identidad. La realidad es que la mayoría de los seres humanos se identifican como varones o como hembras, pero conviene entender que el sector intersexual, aunque minoritario, tiene los mismos derechos y su dignidad humana.
Las personas en el poder y liderazgo presente en las diversas sociedades, las cuales conforman nuestro planeta de 8 mil millones de habitantes, han mostrado una inclinación a favorecer a los individuos que se identifican como varones. Esto se hace evidente en las posturas religiosas, políticas y económicas, las cuales afirman una supuesta superioridad y primacía del varón. Lo anterior ha llevado a extender un cúmulo de prácticas crueles e injustas hacia las hembras y hacia las personas intersexuales, mismas que van desde la negación de su derecho a tener una voz, a ser seres libres, a tener acceso a las posiciones de poder, hasta el punto de mutilarlas, aislarlas y eliminarlas de la sociedad.
La orientación sexual
La orientación sexual hace referencia a la atracción romántica, el deseo sexual y la búsqueda del establecimiento de una relación erótica que predomina en una persona. Así entonces, se habla de cuatro tipos de orientación sexual, comenzando con la más común y dominante que es la heterosexual, desde la cual la atracción sobresaliente se dirige hacia personas de sexo distinto. La segunda es la bisexual, implicando que las personas experimentan atracción y deseo sexual hacia individuos varones, hembras o intersexuales. La tercera orientación se conoce como homosexual (gays o lesbianas), desde donde la atracción erótica, el deseo y las conductas sexuales (imaginarias o reales) son dirigidos hacia una persona del mismo sexo. A la cuarta orientación sexual se le refiere como asexual, en tanto estas personas parecen no mostrar deseo o interés sexual en otras personas.
Estas cuatro orientaciones sexuales (heterosexual, bisexual, homosexual y asexual) se pueden encontrar en las tres identidades sexuales (varones, hembras e intersexuales). Conviene entonces prestarle atención a que una persona intersexual puede tener cualquiera de estas cuatro orientaciones sexuales.
La homosexualidad en la Biblia
La Biblia habla de la identidad sexual (varón, hembra e intersexo) pero no de la orientación sexual. A las personas intersexo, en el tiempo bíblico se les conocía como eunucos, quienes por lo general eran varones con características de hembra. Este era un grupo de personas muy marginadas a quienes se les prohibía la entrada a los lugares sagrados, así como también se les negaba el derecho a que le enseñaran sobre la Biblia (Deuteronomio 23:1-2). Algunos eunucos podían lograr ser empleados por los hombres en el poder para que cuidaran de sus esposas o harenes. A estos eunucos se les castraba, a fin de evitar que, de tener relaciones sexuales, no pudieran embarazar a la reinas o princesas bajo su cuidado. Pero estos eunucos que alcanzaban este tipo de trabajo eran la excepción, la mayoría de ellos simplemente vivían al margen de la sociedad, sin voz, sin poder y sin derechos.
El relato, registrado en el libro de los Hechos, muestra que en esta nueva fe los eunucos contaban como personas y si podían participar en las reuniones sagradas, así como formar parte, con todos los derechos, en esta nueva comunidad religiosa. “Un ángel del Señor le dijo a Felipe: Ponte en marcha hacia el sur, por el camino del desierto que baja de Jerusalén a Gaza. Felipe emprendió el viaje, y resulta que se encontró con un etíope eunuco, alto funcionario encargado de todo el tesoro de la Candace, reina de los etíopes. Éste había ido a Jerusalén para adorar y, en el viaje de regreso a su país, iba sentado en su carroza, leyendo el libro del profeta Isaías. El Espíritu le dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro. Felipe se acercó de prisa a la carroza y, al oír que el hombre leía al profeta Isaías, le preguntó: —¿Acaso entiende usted lo que está leyendo? —¿Y cómo voy a entenderlo —contestó— si nadie me lo explica? Así que invitó a Felipe a subir y sentarse con él. Mientras iban por el camino, llegaron a un lugar donde había agua, y dijo el eunuco: —Mire usted, aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado? Entonces mandó parar la carroza, y ambos bajaron al agua, y Felipe lo bautizó. Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó de repente a Felipe. El eunuco no volvió a verlo, pero siguió alegre su camino” (Hechos 8:26-31, 36-39).
Este relato sagrado muestra que este nuevo proyecto religioso se caracterizaba por la inclusividad era inclusivo, en tanto en dicho proyecto cabían y contaban las mujeres, los hombres, los eunucos, los nacionales y los extranjeros. El bautismo era parte de la estrategia igualadora que promovía esta comunidad de fe movida por las enseñanzas de Jesús de Nazaret. El eunuco se bautizó, llegando así a ser un miembro de esta nueva fe con todos los privilegios y derechos. No dejó de ser eunuco, sino que ahora estaba muy alegre porque era un eunuco incluido. Es interesante que Jesús de Nazaret en su proyecto inclusivo del Reino tuviese al centro a los individuos eunucos sugiriendo lo natural de esta identidad sexual. “—No todos pueden comprender este asunto —respondió Jesús—, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido entenderlo. Pues algunos son eunucos porque nacieron así; a otros los hicieron así los hombres; y otros se han hecho así por causa del reino de los cielos. El que pueda aceptar esto, que lo acepte” (Mateo 19:11-12, NVI).
La Biblia no habla de la orientación sexual (heterosexual, bisexual, homosexual, asexual) porque esto es un saber muy reciente. Por ejemplo, la palabra homosexual se usó por primera vez hace 155 años cuando el escritor húngaro llamado Karl Maria Kertbeny, en 1868 propuso por primera vez los términos heterosexual y homosexual para sustituir las palabras peyorativas comunes de ese tiempo como lo eran las palabras sodomita y pederasta.
Por lo anterior, el sugerir que la Biblia hace referencia a la homosexualidad no es honesto. En la Biblia Hebrea (Antiguo Testamento) hay referencias al acto sexual entre dos varones considerándolo como un pecado capital que merecía la muerte porque destruía la posibilidad de perpetuarse en la eternidad, en tanto en ese entonces dos varones no podían reproducirse. Para esa cultura hebrea el no reproducirse representaba una afrenta a la existencia humana y al Creador. Se vive para reproducirse, y el no hacerlo se miraba como un acto de rebeldía al mandamiento de Dios. “Sean fructíferos, multiplíquense y llenen la tierra” (Génesis 1:28).
De manera que la fertilidad se veía como una señal de estar recibiendo la bendición de Dios, pero, por otro lado, el no poder reproducirse implicaba mucha vergüenza y angustia. “Bendito serás, más que cualquier otro pueblo; no habrá entre los tuyos hombre ni mujer estéril, ni habrá un solo animal de tus ganados que se quede sin cría” (Deuteronomio 7:14, NVI).
Entonces, el acto sexual con otro hombre no llevaba a la reproducción, representando así una abominación. “No te acostarás con un hombre como quien se acuesta con una mujer. Eso es una abominación…Si alguien se acuesta con otro hombre como quien se acuesta con una mujer, comete un acto abominable (toevah) y los dos serán condenados a muerte, de la cual ellos mismos serán responsables” (Levítico 18:22; 20:13, NVI).
El Rabino Moses ben Nahman–Nahmanides o Ramban (1194—1270) en su comentario de Levíticos expone que la razón de las prohibiciones de yacer carnalmente con un varón, o con un animal es que es un acto abominable porque es contrario a la preservación de la especie humana, en tanto la cópula de varón y varón o de hombre y animal no engendrará descendencia.
En los Escritos Cristianos (Nuevo Testamento) hay una referencia del Apóstol Pablo con respecto al acto sexual entre dos hombres: “¿No sabéis que los malvados no heredarán el reino de Dios? ¡No os dejéis engañar! Ni los que se entregan a la prostitución, ni los idólatras, ni los adúlteros o personas que le roban la mujer a otro hombre, ni los que penetran por el ano a otro hombre (arsenokoitai) ni los que se dejan penetrar (malakoi), ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los calumniadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10). Es triste que algunos traductores de la Biblia, en vez de traducir lo que dice el texto, deciden expresar sus actitudes y creencias negativas respecto a un grupo. Por ejemplo, algunas traducciones usan la palabra afeminado y homosexual en ese texto cuando esta no existía sino hasta hace 155 años. “No se dejen engañar, pues en el reino de Dios no tendrán parte los que se entregan a la prostitución, ni los idólatras, ni los que cometen adulterio, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los que roban, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los ladrones” (1 Corintios 6:9-10).
En la ciudad de Corinto, donde Pablo había establecido un grupo compuesto por miembros de esta nueva religión llamada cristiana, había unos seguidores que, al iniciarse en esta nueva fe, además atendían a los servicios religiosos en honor a la diosa Afrodita, donde era común sostener relaciones sexuales con sacerdotes y sacerdotisas como una manera de adorar a Dios. El Apóstol aprovecha, en su primera carta a los cristianos de Corinto, aclarar que la ética y la práctica de adoración en esta nueva fe era muy distinta a los adoradores de Afrodita (La Dios de la belleza, lo erótico y lo sensual). Los seguidores de esta nueva fe no necesitaban subir al templo en el Acrocorinto ubicado a unos 575 metros sobre el nivel del mar.
El Apóstol Pablo enfatiza a este nuevo grupo de la fe cristiana que era necesario que dejaran atrás las crueldades, las estafas, las conductas avaras, la embriaguez, la prostitución cúltica o el tener sexo con un sacerdote o sacerdotisa para adorar a Dios, porque eso era idolatría, así como el robarle la pareja a otra persona y la vulgaridad, dado que estas prácticas no reflejaban la ética o conducta esperada de una persona seguidora de Jesús de Nazaret.
En su carta a los Romanos, el Apóstol Pablo hizo la única referencia al acto sexual entre dos mujeres. En ese escrito, el Apóstol quiso explicarle a esa comunidad cristiana Romana, a quienes el no conocía (pero quería que le apoyaran con un proyecto misionero), que el acto sexual entre dos mujeres era contra natura (no llevaba a la procreación). “Por tanto, Dios los entregó a pasiones vergonzosas. En efecto, las mujeres cambiaron las relaciones naturales por las que van contra la naturaleza. Así mismo los hombres dejaron las relaciones naturales con la mujer y se encendieron en pasiones lujuriosas los unos con los otros. Hombres con hombres cometieron actos indecentes, y en sí mismos recibieron el castigo que merecía su perversión” (Romanos 1:26-27).
La Primera Carta a Timoteo sugiere lo importante que es el afirmar una fe sincera y el evitar las discusiones inútiles. Algunas personas se han desviado “pretendiendo ser maestros de la ley, pero en realidad no saben de qué hablan ni entienden lo que con tanta seguridad afirman. Pero sabemos que la ley es buena, cuando se usa de manera legítima; también sabemos que la ley no fue dada para el justo, sino para los transgresores y desobedientes, para los impíos y pecadores, para los irreverentes y profanos, para los parricidas y matricidas, para los homicidas, para los fornicarios, para los que penetran sexualmente a otros hombres (arsenokoitai) , para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para todo lo que se oponga a la sana doctrina, según el glorioso evangelio del Dios Bendito, que a mí se me ha encomendado” (1 Timoteo 1:5-11).
Otro texto bíblico del Nuevo Testamento que en ocasiones se usa para sugerir que la Biblia condena la homosexualidad es Judas 7: “Lo mismo que esos ángeles, también Sodoma y Gomorra y las ciudades vecinas se entregaron a la prostitución, y se dejaron llevar por vicios contra la naturaleza. Por eso sufrieron el castigo del fuego eterno y quedaron como advertencia para todos”. Este versículo está haciendo referencia a las legendarias ciudad de Sodoma y Gomorra las cuales, según el relato de Génesis sus habitantes eran crueles y perversos. “Así que Yahve le dijo: —La gente de Sodoma y Gomorra tiene tan mala fama, y su pecado es tan grave, que ahora voy allá, para ver si en verdad su maldad es tan grande como se me ha dicho. Así lo sabré” (Génesis 18:20-21).
Para cerciorarse Yahvé envió dos ángeles en forma de hombres a Sodoma y Gomorra quienes llegaron a la casa de Lot después de aceptar la invitación a pasar la noche allí con él. “Todavía no se habían acostado, cuando todos los hombres de la ciudad de Sodoma rodearon la casa y, desde el más joven hasta el más viejo, empezaron a gritarle a Lot: —¿Dónde están los hombres que vinieron a tu casa esta noche? ¡Sácalos! Tráenoslos, para que intimemos con ellos o para que le humillemos” (Génesis 19:5). Es claro que el autor quiere mostrar a los habitantes de estas ciudades como una gente perversa y cruel. El tema central del relato sugiere a un pueblo que no practicaba la hospitalidad sino por lo contrario intentan llevar a cabo una violación sexual a los huéspedes de Lot. La inhospitalidad reflejaba la rebelión contra la voluntad expresa de Dios.
Las personas malvadas que llevan a cabo violaciones sexuales además de buscar placer parece que también gozan al someter y dominar a otra persona. El humillar a una persona por medio de la violación sexual, aún más si es del grupo dominante (hombre o líder) refleja esa búsqueda perversa del poder. Las violaciones sexuales pueden ser llevada a cabo por personas heterosexuales, bisexuales, homosexuales y asexuales. Entonces el usar este texto para sugerir que el pecado de Sodoma y Gomorra era la homosexualidad no es honesto ni justo. El citar este texto para atacar a personas homosexuales habla de las actitudes de odio y anhelos perversos de personas que se esconden detrás de un celo religioso para llevar a cabo sus agendas de maldad.
El Profeta Ezequiel enumera claramente los pecados de estas ciudades: “Éste fue el pecado de tu hermana Sodoma: ella y sus aldeas pecaron de soberbia, gula, apatía, e indiferencia hacia el pobre y el indigente. Se creían superiores a otras, y en mi presencia se entregaron a prácticas repugnantes. Por eso, tal como lo has visto, las he destruido.” (Ezequiel 16:49-50, NVI).
Esta misma postura respecto al pecado de la inhospitalidad de estas ciudades fue como Jesús de Nazaret interpretó ese texto. “Si alguno no los recibe bien ni escucha sus palabras, al salir de esa casa o de ese pueblo, sacúdanse el polvo de los pies. Les aseguro que en el día del juicio el castigo para Sodoma y Gomorra será más tolerable que para ese pueblo” (Mateo 10:14-15, NVI).
Conclusión
Es importante predicar la verdad sin recurrir a las mentiras. No conviene hacer empleo de las campañas de desprestigio, odio y exclusión de personas que sean miembros de grupos minoritarios como lo son las personas intersexuales, los varones gay y las mujeres lesbianas. Se puede celebrar una identidad sexual sin desvalorizar la otra. El cliché de que Dios creó sólo hombre y mujer no refleja la enseñanza bíblica, y mucho menos refleja lo propuesto por Jesús de Nazaret.
Es de capital importancia explorar de dónde vienen nuestras actitudes de desprecio y en ocasiones de odio hacia personas que son distintas. En ocasiones estas posturas inflexibles, crueles e insensatas pueden provenir de varios ángulos: 1) Somos presos de propagandas ideológicas, de tilde político o religioso, donde se usa a grupos históricamente marginados para que sirvan de blanco de nuestras frustraciones, o para esconder agendas personales relacionadas a la corrupción moral; 2) La ignorancia respecto a la condición humana y la naturaleza; 3) La necesidad de adoptar creencias para recibir aceptación de una comunidad religiosa y así creer que se está viviendo a la altura de la voluntad divina; 4) Miedo a lo que es diferente. Confundir a las personas que son diferentes como enemigas, malas o depredadoras. Un enemigo es alguien que quiere usar, explotar, dañar, jugar y destruir; 5) Simplemente puede tratarse de crueldad de parte de uno.
También conviene deslindarse del discurso que sugiere que la orientación sexual es algo que está de moda y que las personas lo están eligiendo. La orientación sexual (el sentir atracción romántica y sexual hacia varones o hembras, o a nadie) no es algo que se contagia ni se aprende, ni aumenta ni disminuye. Es sólo que las personas se dan cuenta de quiénes son, y en todas las sociedades del mundo es lo mismo: la mayoría serán heterosexuales y un grupo minoritario será homosexual, bisexual o asexual.
Es fácil perder de vista la misión de contribuir en la creación de una humanidad comprometida con la justicia, el amor, la humildad y la paz. La gran parte de los discursos políticos y religiosos que se escuchan o leen respecto a la identidad y la orientación sexuales están basados en ilusiones, mentiras, construcciones religiosas, interpretaciones viciadas y agendas de odio.
Entretanto, se pueden descuidar problemas sociales, económicos, psicológicos y espirituales que socavan la esencia humana. Por ejemplo, sigue rampante en algunas comunidades de fe cristiana el maltrato y opresión familiar, el fraude económico por medio de la religión, la promoción de agendas excluyentes y discriminatorias, la acumulación excesiva de riqueza. Así mismo, es evidente la maximización de ganancias, la apatía generalizada respecto a que muchas personas se acuestan sin comer y mueren a mengua por falta de acceso a los servicios médicos, la promoción de lo mágico sobre lo real y científico, la opresión a las mujeres y a las personas intersexo, la corrupción a nivel personal, familiar, grupal y comunitaria, así como el continuo fomento de la cruel institución de la esclavitud.
Referencias
Peterson, R. E., Imperato-McGinley, J., Gautier, T., & Sturla, E. (1977). Male pseudohermaphroditism due to steroid 5-alpha-reductase deficiency. The American journal of medicine, 62(2), 170–191. https://doi.org/10.1016/0002-9343(77)90313-8.
Ramban—Nachmanides (1971, 1976). Commentary on the Torah. Translated and annotated by Charles B. Chavel. New York, NY: Shilo Publishing House.