La iglesia
Esteban Montilla | 28 julio, 2015
Saludos deseándoles lo mejor para este día. Un día donde reflexionemos sobre la iglesia y su función en la sociedad de hoy. Las mujeres y hombres que escucharon con un sentido de compromiso la invitación de Jesucristo a que continuaran el ministerio liberador que Él había comenzado marcaron el comienzo de un movimiento que eventualmente se convierte en la iglesia (Ekklesia). Esta naciente comunidad de fe le tocaría recordarle al mundo que una manera de vivir (reino) de acuerdo con la voluntad de Dios incluye el trato digno basado en el amor, la justicia y la paz. Es así que la iglesia surge como un ejemplo de que si es posible convivir en paz mientras se respete la diversidad de pensamiento, los derechos de cada persona, la libertad para dirigir sus vidas y se reconozcan los talentos de sus miembros (1 Corintios 12:12).
La iglesia, entendida entonces como un grupo de personas que deciden unir esfuerzos para avanzar las enseñanzas y el ministerio de Jesús de Nazaret, se convierte en una fuente de motivación donde al reunirse se renueva el compromiso de servicio para con Dios y la humanidad. Ese humilde comienzo de la iglesia con unas 120 personas que incluían a mujeres y hombres (Hechos 1:12-15) ha avanzado hasta hoy alcanzar una membrecía cerca de 2000 millones de personas. Las funciones de la iglesia incluyen la preocupación de los unos por los otros y la edificación mutua (1 Corintios 12:25-26; Romanos 15:2). Este cuidado toma lugar a fin de tomar fuerzas para así servir de forma más eficiente a las personas más necesitadas en tanto eso significa ser religioso, “atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo” (Santiago 1:27).
La reunión de personas de fe (iglesia) para adorar a Dios es entonces una demostración de que se sigue con el compromiso de “hacer el bien, dejar de hacer mal, hacer lo que es justo, restablecer al oprimido, abogar por el huérfano y defender los derechos de las viudas (Isaías 1:16-17). Es así como esta iglesia da fe que es de Dios y de que sigue los pasos de Jesús de Nazaret (Hechos 20:28; Romanos 12:1-2; 1 Pedro 2:5). La iglesia como todo grupo tiene la capacidad de sanar pero también de hacer daño. Las palabras de San Agustín pueden servir como un recordatorio para seguir siendo una comunidad sanadora y liberadora, “En las cosas primarias debe haber unidad, en las secundarias libertad pero en todo caridad”. La invitación hoy es a que la iglesia siga cumpliendo con su role al ser una en la misión encomendada por Dios, santa en tanto hace la diferencia por su convivencia basada en el amor, apostólica porque es fiel a las enseñanzas de Jesús de Nazaret y católica porque incluye a toda persona (1 Corintios 12:20; 1 Timoteo 3:15; Juan 15:1-10; Santiago 2:8-13).