La vigilia
Esteban Montilla | 4 agosto, 2015

Saludos deseándoles lo mejor para este día. Un día donde reflexionemos sobre la práctica espiritual conocida como la vigilia. La vigilia obedece a una tradición de dividir las 12 horas de la noche en tres secciones de cuatro horas cada una, como en el caso de los judíos, y en cuatro secciones de tres horas cada una, como en el caso de los romanos. La idea de privarse del sueño por razones religiosas no es nueva, pero, si, poco extendida; se llevaba a cabo por múltiples razones, incluyendo la conmemoración de un evento o experiencia (Éxodo 12:41-43) y para la reflexión teológica (Salmos 119:147-149; Lamentaciones 2:19).
La vigilia que se usa hoy día en ciertos grupos cristianos, es una práctica relativamente nueva y no tiene asidero histórico en la iglesia apostólica ni en la iglesia de los primeros siglos. Esta tradición de hacer vigilia se deduce de una práctica espiritual que tenía Jesús de Nazaret de orar hasta avanzada horas de la noche, aún más, frente a la toma de decisiones determinantes para el futuro de su proyecto liberador (Lucas 6:12). En la ocasión más estresante de su ministerio cuando lo “invadía una angustia que sentía morirse” Jesús les pidió a sus discípulos “que se mantuvieran despierto con él (Mateo 26:38). En sentido simbólico Jesús invitó a sus seguidores a velad (Marcos 13:37). El Apóstol Pablo en ocasiones extendió sus enseñanzas de domingo hasta la medianoche (Hechos 20:7). De cualquier manera, el reunirse por las noches por un periodo de tres, cuatro u ocho horas para en comunidad buscar claridad en un tema, desarrollar un mejor plan de acción social, celebrar un logro alcanzado y unirse en oración, puede ser una experiencia gratificante y transformadora.
Un aspecto a considerar es la inseguridad que se vive en nuestras sociedades donde por razones conectadas a la violencia, el hampa y el vandalismo es necesario ejercer especial precaución. Entonces es responsabilidad de los líderes religiosos prevenir situaciones que puedan comprometer la integridad de sus feligreses. Por otro lado, hoy se sabe que la privación del sueño puede asistir a una persona a tener sueños, visiones e iluminaciones místicas; pero, ésta práctica espiritual ejercida de manera consistente, puede alterar el sistema endocrino, llevar a enfermedades mentales y producir alteraciones de los ciclos regulares del sueño.