Los ángeles y otros seres extraterrestres

Esteban Montilla | 30 agosto, 2015

Saludos deseándoles lo mejor para este día. Un día donde reflexionemos sobre los ángeles y demás seres extraterrestres. El ser humano desde su mismo comienzo ha tenido la sospecha de que no estamos solos en este universo de más 100 mil millones de galaxias. Hasta hoy día vemos como los países desarrollados dedican buena parte de su presupuesto anual para investigar la existencia de otros seres más allá de nuestro planeta Tierra. Científicos serios de la NASA están seguros de que en pocos años encontraran la confirmación de que hay vida en otros planetas y sistemas solares. Las Sagradas Escrituras al referirse a seres provenientes de otros planetas o lugares celestiales los llama ángeles e hijos de Dios.

En el contexto bíblico a los seres extraterrestres se les llama ángeles o mensajeros (malak=מַלְאָךְ, ángel=ἄγγελος) quienes asisten a Dios en su interacción con los seres humanos. Estos seres sobrehumanos son enviados por Dios para rescatar a una persona (Daniel 3:28; 6:22), asistir a un hombre a encontrar pareja (Genesis 24:7, 40), cuidar a las personas (Salmos 91:11), fortalecer a un individuo en crisis (Mateo 4:11; Lucas 22:43; Hechos 27:23), guiar a un pueblo (Éxodos 14:19; 23:20), comunicar algo a sus profetas (1 Reyes 7:18; Zacarias 1:9), anunciar una buena noticia (Lucas 1:11-20; Juan 20:11-13), ayudar a interpretar sueños (Daniel 8: 15; 10:4-21), liberar a los presos (Hechos 5:19), recoger a los elegidos (Marcos 13:27), disciplinar a una persona y destruir a un pueblo (salmos 78:49).

La Biblia Hebrea en ocasiones también se refiere a los ángeles como querubines (Génesis 3:24; 1 Samuel 4:4; Ezequiel 10:5). Una sola vez en estos escritos sagrados se hace mención a los ángeles como serafines (Isaías 6:2-3). La Biblia habla que Dios le ha asignado un ángel a cada ser humano para que lo cuide a través del ciclo vital (Génesis 24:7; Éxodo 23:20; Salmos 91:11; Mateo 18:10; Hechos 12:15). En si estos seres como criaturas de Dios existen para asistir al Creador en el cumplimientos de su propósito y no han de ser objetos de adoración (Colosenses 2:18; Salmos 103:20).

El desarrollo más amplio acerca de los ángeles lo hizo un grupo minoritario de judíos quienes sostenían una perspectiva apocalíptica y de guerra cósmica la cual se puede ver claramente en varios libros escritos entre el 165 a.C. y el 60 a.C. tales como el libro de Enoc, el Libro de Tobías, el libro de Daniel y la Vida de Adán y Eva. Estos libros hablan de siete ángeles principales llamados Gabriel, Miguel, Rafael, Uriel, Sariel, Raguel y Remiel (Tobit 12:15) a quienes Dios les asigna tareas muy específicas. El libro de Enoc coloca una lista aún más larga de nombres de ángeles la cual llega a 150. Los escritos de la Biblia usan un lenguaje poético para indicar que los ángeles son muchos; “Miles y miles le servían, y millones y millones estaban de pie en su presencia” (Daniel 7:10), “El número de ellos era millares de millares y millones de millones” (Apocalipsis 5:11).

Cerca del 530 d.C. hubo un autor cristiano, conocido en la literatura como PseudoDionisio, que inventó una jerarquía entre los ángeles al sugerir que los superiores eran los serafines, seguidos de los querubines, ángeles del trono, ángeles de dominio, ángeles de potestades, ángeles con autoridades, ángeles principados, arcángeles y ángeles rasos. Es probable que este escritor cristiano del siglo VI después de Cristo se haya inspirado en el Libro de los Jubileos (164 a.C.) donde el autor judío sugería un sistema de categoría de ocho peldaños para agrupar a los ángeles (ángeles de la presencia, ángeles de la santificación, ángeles del fuego, ángeles del viento, ángeles de las nubes, ángeles de los truenos, ángeles de las estaciones y ángeles de los animales). De hecho la Biblia hace referencia solo al ángel Miguel como arcángel o príncipe celestial (Daniel 10:13; 12:1-3; Judas 1:9).

Lo cierto es que este tema de seres sobrehumanos, extraterrestres y ángeles ha fascinado a las personas a través de las edades al punto de llegar a formular las más increíbles especulaciones. Esto es posible porque estamos hablando de las cosas del más allá. Tal vez sea sabio escuchar las palabras del escritor judío quien cerca del 200 a. C. puso por escrito la invitación a ser humildes en nuestras apreciaciones. Él les decía a sus discípulos que “Dios le revela sus secretos a las personas humildes, que no se ofuscaran buscando conocimientos que estén más allá de la comprensión humana y que conviene centrarse en las cosas de acá porque al ocuparse de las cosas de allá muchos se han dejado engañar por sus propias ideas y esos pensamientos especulativos desequilibran la mente” (Eclesiástico 3: 17-24).

De manera que es sabio no perderse en el lenguaje poético que usaron los escritores bíblicos para referirse a los ángeles donde por ejemplo para ilustrar que se movilizan a grandes velocidades los proyectaban como seres alados, así como las aves quienes para ese entonces eran los seres que más rápido se movían (Ezequiel 1:5-28). Estos poetas sagrados, reflejando la cultura de su época, presentan a la mayoría de los ángeles como masculinos (por ejemplo Gabriel y Miguel; Lucas 1:11-20; Judas 1:9) pero también en ocasiones los mostraron como femeninos (Zacarias 5:9-11). Ciertamente aunque se habla de formas humanas los textos indican que los ángeles tienen una condición o naturaleza distinta.

Es claro ver que estos escritos sagrados sugieren que la esencia de estos seres sobrehumanos es muy distinta a la nuestra. Los mismos exponen que no son humanos convertidos en ángeles o seres extraterrestres convertido en humanos. Son simplemente otra obra de la creación de Dios, seres pensantes, con habilidades intelectuales especiales, con poderes superiores a los que maneja el ser humano, con capacidad de sentir y relacionarse pero al igual que los humanos se mueven en caridad, justicia, humildad, libertad y rectitud. De manera que no hay lugar para indicar que estos seres son superiores o inferiores simplemente son distintos y están al servicio de Dios para construir un mejor mundo y llevar a cabo una convivencia más plena.

Es alentador tener una confirmación de la Biblia que no estamos solos en este vasto universo. Hay otros seres que reflejan el carácter de Dios y que están listos para asistirnos en la trayectoria de nuestras vidas en este planeta. “Porque todos los ángeles son espíritus al servicio de Dios, enviados para ayudar a quienes heredaran la salvación” (Hebreos 1:14). La presencia de los ángeles es un recordatorio que nuestro Dios sigue trabajando, sanando, ayudando, atento e involucrado en los asuntos de los seres humanos. Los ángeles quieren asistirnos en el desarrollo de todos nuestros potenciales, en el proceso de que logremos una vida plena al actuar en amor, justicia, integridad y humildad y en la construcción de un mundo más noble. En ese sentido somos invitados a imitar a los ángeles, “a ser—actuar—como ángeles”. Nos unimos en la oración de Eliseo para que Dios nos abra nuestros ojos y así podamos ver los ángeles que a diario nos acompañan en nuestras vidas (2 Reyes 6:16-17). Si amado Creador abre nuestros ojos.