Segunda Venida de Jesucristo
Esteban Montilla | 3 septiembre, 2015
Saludos deseándoles lo mejor para este día. Un día donde reflexionemos sobre la segunda venida de Jesucristo. Le fe cristiana en esencia tiene que ver con el mañana y como este mañana influye la manera de pensar, sentir y actuar en el presente. Además, esta fe parte de una postura lineal acerca del tiempo y de la historia donde se entiende que todo en este mundo tiene un comienzo, un fin y un designio. Este desarrollo histórico lineal es iniciado, sostenido y terminado por Dios gracias a quien todas las cosas se mueven y existen. Es en ese contexto que se entiende la primera llegada de Jesús de Nazaret como enviado de Dios para darle seguimiento y cumplimiento a su plan de mostrarle a los seres humanos como reflejar su carácter de amor, justicia y humildad. Esta primera venida ocurre como parte del designio de salvación que Dios tenia para la humanidad pero ésta solo constituía un aspecto del gran plan. La vida, las enseñanzas, la muerte y la resurrección de Jesucristo no eran el todo en tanto faltaba otro evento tan importante como los primeros. Este segundo acontecimiento es la Segunda Venida de Cristo. De manera que esta Segunda Venida es la que inspira, conforta, motiva y mueve al creyente cristiano.
Jesucristo una vez resucitado se les apareció por un espacio de unos cuarenta dias a sus desconsolados discípulos y discípulas (Hechos 1:3; Marcos 16:9-15; Lucas 24:36). Ellos de seguro estaban experimentando un profundo duelo por la muerte del maestro por quien unos dos años antes habían dejado todo para seguirle (Lucas 24:13-35). Esta aparición de Jesucristo sirvió entonces para reconfórtales, darles sus últimas palabras y afirmarles en la misión de seguir promoviendo su reino o modelo existencial centrado en la caridad y la justicia (Mateo 6:33).
Aún antes de la muerte estos hombres y mujeres estaban pasando por el duelo anticipatorio lo que probablemente motivó a Jesús de Nazaret a pronunciar las siguientes palabras, “No estén angustiados. Confíen en Dios y confíen también en mí. En la casa de mi Padre hay lugar para todos; de no ser así, ya se lo habría dicho; ahora voy a prepararles ese lugar. Una vez que me haya ido y les haya preparado el lugar, volveré y los llevaré conmigo, para que puedan estar donde esté yo. Y ya saben el camino para ir a donde yo voy (Juan 14:1-4). Estos seguidores de Jesucristo al principio estaban asustados de verlo vivo otra vez pero luego se sintieron muy felices de encontrarse con su maestro al punto que compartieron con Él un pescado asado (Lucas 24:36-42).
Sin embargo, pasadas unas semanas el pesar regresó a sus corazones cuando ellos vieron que Jesús de Nazaret ascendió a los cielos y no lo vieron más. En ese momento dos ángeles les consolaron haciéndoles saber que había sido llevado al cielo pero que vendría otra vez (Hechos 1:9-11). Esta promesa de que volvería se constituyó entonces en el corazón de la esperanza cristiana: el volverse a encontrar con Cristo. El mensaje común a los diferentes grupos cristianos de ese momento era que “Cristo aparecería por segunda vez” (Hebreo 9:28). Se hizo muy normal entonces entre los primeros cristianos saludarse deseándose “gracia y paz de parte del que es, era y ha de venir” (Apocalipsis 1:4). Esta segunda venida será pública, visible, gloriosa y con grandes señales en los cielos y la tierra donde todos los habitantes de la tierra desde un extremo al otro podrán ver ese gran evento (Mateo 24:30; Lucas 21:27; Hechos 1:11).
Según los Escritos Apostólicos o Nuevo Testamento esta segunda venida tiene varios objetivos incluyendo la resurrección general de los muertos, el levantamiento de los que estén vivos en ese momento, el inicio de un nuevo momento del designio divino y el comienzo de los preparativos para regresar a nuestra morada permanente (1 Tesalonicenses 4:13-18; 1 Corintios 15:23; Apocalipsis 21:1-4). El momento de este evento no ha sido revelado a los seres humanos ni tampoco a los ángeles. Permanece como un secreto que solo lo sabe Dios. “No les corresponde a ustedes conocer el día o el momento que el Padre ha fijado con su propia autoridad” (Hechos 1:7; Marcos 13:32). De manera que la invitación que nos hacen los escritos sagrados es de estar despiertos, listos y preparados en todo momento porque Jesucristo regresará cuando menos lo esperemos (Mateo 24:42-22). Este estar preparados implica “llevar en el tiempo presente una vida de buen juicio, rectitud, bondad, servicio y piedad…resistiendo toda invitación a la maldad…hasta tanto llegue el feliz cumplimento de la esperanza de regreso del Salvador Jesucristo” (Titos 2:12-14; Mateo 24: 45-51; 25:1-30; 1 Tesalonicenses 5:23). Entonces sigamos viviendo hoy como si este evento fuese a ocurrir mañana. “¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis 22:20).